¿Te has dado cuenta de que muchas veces vivimos situaciones que parecen calcadas de las experiencias de nuestros padres o abuelos? Relaciones complicadas, fracasos económicos, enfermedades recurrentes o incluso accidentes se repiten generación tras generación. ¿Casualidad? Las constelaciones familiares nos muestran que no.
Bert Hellinger, el creador de esta herramienta terapéutica, descubrió que muchas personas repiten inconscientemente el destino de otros miembros de su familia, como una forma de “amor ciego”. En nuestra necesidad profunda de pertenecer, asumimos dolores que no nos corresponden, intentamos pagar culpas que no son nuestras o cargamos con el sufrimiento de quienes fueron excluidos o no reconocidos en el sistema.
Este tipo de lealtades invisibles se manifiestan como patrones que no logramos cambiar por más esfuerzo o voluntad que pongamos. Por eso, las constelaciones familiares no solo nos invitan a mirar el pasado, sino a comprender cómo ese pasado vive en nuestro presente.
Cuando constelamos, esos patrones salen a la luz y podemos comenzar a soltarlos. No se trata de culpar a nadie, sino de honrar las historias y liberarnos con respeto. Sanar estos lazos nos permite vivir más livianos, desde nuestra propia fuerza y no desde las heridas heredadas.